Cuenta la historia que, desde las entrañas de la tierra, hace más de 25 millones de años empezaron a brotar enormes formaciones rocosas que dieron origen a la cordillera Oriental de los Andes colombianos. Este evento impulsó la formación de nuevas especies, pues con su elevación causó la división de poblaciones de plantas y animales que quedaron a ambos lados de esta. Se trató de una diversificación tal que dio lugar al desarrollo investigativo de programas de biología de todo el mundo.
Con el fin de investigar sobre esa diversificación de poblaciones dentro de las especies como consecuencia del aislamiento geográfico, los investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y el Programa de Biología de la Universidad del Rosario, Fabián Camilo Salgado Roa y Camilo Andrés Salazar Clavijo, estudiaron la variación en el ADN de distintas poblaciones de la araña pescadora (Ancylometes bogotensis – Araneae: Ctenidae) a lo largo de su distribución en la cadena montañosa, y determinar si la montaña contribuye a la diferenciación genética de las mismas.
La protagonista, Ancylometes bogotensis, es una araña gigante, pescadora, que alcanza un tamaño hasta de 26 centímetros y se encuentra desde Bolivia hasta Honduras, de los 0 a los 1.500 metros sobre el nivel del mar. Habita cerca a los cuerpos de agua, no construye telaraña, tiene hábitos de caza nocturnos y entre sus presas se incluyen insectos, ranas, renacuajos, peces e incluso cangrejos de agua dulce, pues se ha documentado que tiene la habilidad de permanecer oculta 20 minutos bajo el agua. Para amantes e investigadores de otros programas de biología su denominación es curiosa, pues en la especie bogotensis esta palabra no significa que sea de Bogotá. El origen de su nombre obedece a que la mayoría de los ejemplares recolectados, que eran enviados a museos europeos, provenían de Bogotá, por esta razón les asignaban ese nombre
Así estudia el Programa de Biología la diversidad de la Cordillera Oriental
Entusiasmado por estudiar esta familia de arañas, Fabián Salgado, biólogo de profesión y aracnólogo desde su ADN, cuenta: “Queríamos comprobar si la cordillera de los Andes es una barrera absoluta, es decir, que Ancylometes bogotensis, por sus características, no sea capaz de cruzársela y que impidiera que sus poblaciones se interconectaran”.
El investigador en genética evolutiva, Camilo Salazar, afirma que con esta investigación obtuvieron evidencia molecular y climática sobre la importancia de la orogenia (formación de las montañas) de los Andes, ya sea separando linajes o facilitando la dispersión de estos.
Así que, siguiendo la pista de esta historia evolutiva, los científicos hicieron una relación de parentescos entre las poblaciones de la especie, o sea, una combinación de filogenias, análisis genéticos poblacionales y modelos de distribución de especies.
Los hallazgos del Programa de Biología
Los resultados detectaron dos linajes que están separados por la cordillera Oriental de los Andes colombianos y que comparten el mismo nicho climático, el cual se define como las variables climáticas que pueden afectar o favorecer que un organismo habite un espacio. Así mismo, exploraron hasta qué punto los Andes del norte aportaron en la diversificación de Ancylometes bogotensis.
Sobre la diversificación, hay 3 planteamientos posibles:
- La montaña dividió lo que ya existía y con el tiempo lo que está a un lado ya no se parece a lo que está al otro.
- La montaña surgió y creó varios pisos térmicos. Esos cambios altitudinales van asociados a cambios de vegetación y a una cantidad de fenómenos climáticos que junto con otras características bióticas generan nuevos nichos ecológicos (interacciones tanto con el ambiente como con otros organismos), dando oportunidad para que algunos organismos se adapten, colonicen esos espacios y se desarrollen como otra entidad aparte de la población original de donde se movieron.
- Los organismos logran dispersarse a través de la montaña y colonizar poblaciones al otro lado de ella.
De esta manera, en medio de muchas aventuras y como se realiza actualmente en el Programa de Biología, recorrieron distintas regiones, desde la Colombia olvidada en la Amazonía fronteriza con Brasil, hasta Costa Rica, pasando por Panamá, para recolectar un total de 63 individuos de lado y lado de la montaña. Las muestras se analizaron en laboratorio para evaluar si hay intercambio de genes a través de la cadena montañosa.
Aunque múltiples estudios se han realizado sobre la importancia de los Andes y su influencia en la diversidad biológica, especialmente en vertebrados como aves o mamíferos, muy pocos se han hecho en invertebrados como insectos o arañas.
Por esta razón, la investigación desarrollada por Salgado y Salazar busca establecer la generalidad o diferencias en los patrones de diferenciación que puedan surgir a partir de la comparación de organismos con distinta biología y capacidad de dispersión. Estos nuevos resultados brindarán información al vacío en el conocimiento que existe sobre arácnidos, particularmente para Colombia. Conoce más sobre el trabajo de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Del Rosario, acá.
El Programa de Biología está tras una nueva especie
Como resultado de los análisis y hallazgos obtenidos por el grupo de investigación, Salgado, quien está comenzando su doctorado en la Universidad de Melbourne (Australia), dice: “Proponemos que pueden ser especies diferentes, al menos a nivel genético, donde encontramos una diferenciación muy marcada, pero para llegar a decir que son dos especies diferentes tenemos que incluir evidencia morfológica y comportamental”.
Determinar la fecha y el evento exacto de cuándo ocurrió esa separación es difícil, pues los tiempos que se calculan con los marcadores moleculares no siempre coinciden con los tiempos o historias geológicas de las montañas, normalmente estas son más antiguas que lo que cuentan esos marcadores.
Y aunque se ha estudiado ampliamente el levantamiento de las montañas, hay mucha controversia sobre las fechas porque los Andes no son un solo bloque sino un conjunto de alturas dispares: “Por ejemplo, un pico como Bogotá puede tener una edad y otro como Bucaramanga, otra; por lo tanto, no hay un consenso de cuándo apareció la cordillera Oriental que es la más estudiada. Esto nos impide concluir cosas con mayor certeza”, especifica Salgado.
Teniendo en cuenta la polémica sobre la datación de la cordillera, Salazar expone: “La historia que se cuenta a partir de los cambios genéticos es la historia de la ventana de tiempo en la que dos poblaciones encuentran un ancestro común. Esta información debe ser complementada/contrastada con evidencia de otras fuentes que nos permitan estimar fechas como la que se puede extraer de estudios geológicos”.
Este estudio reúne todas las etapas del proceso formativo del hacer científico en un programa de biología e involucró investigadores de todos los niveles académicos del Rosario. El trabajo hizo parte de la tesis de pregrado del estudiante Andrés Gámez, del Programa de Biología, Facultad de Ciencias Naturales, quien en su proceso de formación aprendió los métodos para el levantamiento de datos. Los hallazgos y aportes de este estudio facilitarán que cualquier científico con muestras de ADN de la especia A. bogotensis pueda catalogar de qué parte de la montaña viene y rastrear así su historia, cambios y similitudes o diferencias con distintas especies.